De hecho, ¡queremos que sea también el vuestro! La historia de Carmen y Mamen merece que hagamos todos una reflexión sobre hasta dónde llega la fortaleza humana y el no resignarse frente al “no hay nada que hacer”.
Hace 36 años Carmen visitó por primera vez nuestro centro, un recorte de prensa, que aún guarda, la hizo acercarse hasta nosotros. Su hija Mamen había nacido con Síndrome de Down, pero además sufría una cardiopatía congénita y una hipertensión pulmonar primaria. A los pocos días de nacer su médico de cabecera la examinó y le dijo a Carmen: “está la cosa muy difícil”. Carmen por su parte no tenía ninguna intención de abandonar a la primera y comenzó a buscar los mejores especialistas de España para que trataran a su hija. Esa búsqueda la llevó hasta un centro especializado de Barcelona donde desde los cuatro meses Mamen se estuvo tratando.
Pasaron los años y la niña tuvo un desarrollo aceptable de su inteligencia y llegó a sacarse el graduado con aprobado gracias al inmenso trabajo que sus padres hacían con ella en casa. Tal y como cuenta Carmen, “hacíamos todos los programas que nos proponían desde Barcelona”.
Carmen recuerda cómo tuvieron unos años muy buenos hasta que en la adolescencia empezaron los problemas de salud. En el intervalo hacia los 16 años Mamen sufrió lo que los médicos llaman un “cambio de circulación”, le salía mucha sangre venosa del corazón y no se limpiaba en los pulmones. Su periplo de médicos llevó a Carmen y Mamen hasta el Hospital Ramón y Cajal, donde realizaron un cateterismo a Mamen con un resultado muy poco alentador, “no hay nada que hacer”, les dijeron. Habían pasado 16 años desde la última vez que a Carmen la pronunciaron esas palabras, pero cayeron como losas. Más si tenemos en cuenta que desde el centro de Barcelona también les habían dicho que no podían hacer más.
Era el año 1989 y llegó a Carmen el recorte de prensa del que os hablábamos al comienzo. En dicho artículo se hablaba de un centro donde habían tratado un caso de una complicación similar a la de Mamen. La casualidad hizo que el centro estuviera en Astillero, pueblo donde Carmen había nacido y vivido muchos años. “Llamé y concerté una cita” explica Carmen a quien no se le olvidará lo que la dijeron en el centro tras examinar a Mamen, “intentaremos que viva mejor que hasta ahora”.
Carmen explica cómo, “había escepticismo sobre programas nuevos y complementarios y miedo ya que había mucha gente que se lucraba”. Sin embargo, se dijo, “si desde que ha nacido estamos empezando cosas, esto es empezar otra cosa”.
Y es que la situación se había vuelto muy complicada. Mamen no se podía mover, tenía que ser desplazada en brazos para moverla de una silla o cambiarla de habitación. “Yo nunca pienso que no se puede hacer nada, yo siempre voy en positivo con ella, aunque nuestro día a día era muy duro, de mucho trabajo, tanto que pensaba que ya no se podía hacer más”.
Pero se pudo hacer más. Mamen empezó a venir al centro y al mes pudo salir con su madre e incluso ir a la playa. Carmen se emociona cuando recuerda cómo fue ese primer día de Mamen en la playa después de tanto tiempo sin poderse mover. “¡Ese día tuvimos fiesta! se despertó y la dije: como ya andas bien y no te cansas mucho ¿qué tal si vamos al Camello?” Recuerda cómo llegaron a la playa, anduvieron y Mamen se pudo bañar. A Carmen le resulta complicado describir con una palabra cómo fue la sensación de observar a su hija feliz y disfrutando tanto de su querida playa de la que su madre confiesa, “la encanta ir”.
El programa Biorestarting Clinic Process (BCP) ha supuesto un cambio total en la vida de madre e hija, “no imaginaba que pudiera salvar mi situación”, asegura Carmen. Pasó de un “no se puede hacer nada” a poder hacerse y de esto hace 36 años. “Llegó al centro en brazos y después ha seguido entrando por su propio pie, hemos seguido caminando y hasta hemos, porque yo siempre aprendo con ella, aprendido piano”, asevera Carmen. Para Carmen el paso de su hija por el programa BCP ha sido positivo 100%, “en el acogimiento, trato, trabajo con ella, son unas personas excepcionales y todo lo que te diga es poco. No es zalamería, es así. El centro forma parte de nuestra vida con una confianza ciega y total”.
Mamen tiene actualmente 46 años y visita el centro un par de veces a la semana, de vez en cuando se topa con pequeñas piedras por el camino, pero gracias a esa fuerza de madre e hija las van sorteando.
He de confesaros que por el centro corre el rumor de que Mamen ¡es la reina! No puede ser de otra manera es el “efecto Mamen”, ya nos contaba Carmen que en su casa siempre ha sido “el juguete de sus tres hermanos que la adoran”.
El día a día entre madre e hija está marcado por sus paseos por la Bahía de Santander y es que precisamente de caminar y mirar hacia adelante saben un rato madre e hija. No nos cabe ninguna duda de que las quedan muchos caminos que recorrer juntas.